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magine que necesita saber en qué día cayó el 7 de Febrero de 1974 (un Jueves) o qué día será el 16 de Octubre de 2089 (un Domingo). La mayoría de nosotros buscaríamos en línea o tal vez usaríamos un calendario perpetuo. Algunas personas, sin embargo, pueden resolver la respuesta mentalmente en cuestión de segundos.

La mayoría de estas personas (probablemente nueve de cada diez) padecen un trastorno del neurodesarrollo, generalmente un trastorno del espectro autista (TEA), explica Sven Bölte, profesor de ciencia psiquiátrica infantil y adolescente en el Instituto Karolinska de Estocolmo. Muestran lo que se conoce como “síndrome del Savant” o capacidades mentales excepcionales asociadas a una disfunción cerebral. El resto son individuos neurotípicos (que no tienen ninguna condición neurológica) que aprenden y practican algoritmos de calendario como una forma de gimnasia mental.

De los dos grupos, los estudios han demostrado que los individuos neurodivergentes calculan más rápido y son menos propensos a cometer errores, pero pueden tardar más en fechas más remotas en el pasado o en el futuro. Además de poder calcular el día de la semana correspondiente a una fecha determinada, estos expertos en calendario pueden calcular qué fecha de una semana determinada (por ejemplo, la última semana de Julio de 1991) corresponde a un día concreto (por ejemplo, el Miércoles). Esto también lleva más tiempo, posiblemente porque la persona elige un día aleatorio y luego ajusta su respuesta según el resultado.

Los mecanismos que utilizan estos sabios siguen siendo un misterio. “Creemos que esta capacidad surge de una combinación de cálculo mental extremadamente rápido y una extensa memorización de fechas”, afirma Sven Bölte. “Algunas respuestas se dan demasiado rápido para explicarlas mediante cálculos”.

La memorización se produce a menudo a través de la asociación con acontecimientos históricos, locales o personales importantes, lo que explicaría la mayor latencia para fechas más alejadas del presente. Los científicos creen que estas capacidades de memorización son la base de otras aptitudes notables que muestran las personas con TEA, como la capacidad de tocar una pieza musical o dibujar un edificio de memoria.

La concentración es otro factor. A muchas personas autistas les gusta concentrarse intensamente y durante períodos prolongados en una sola tarea, lo que les permitiría alcanzar niveles excepcionales de velocidad de cálculo y memorización.

“Durante mucho tiempo, los sabios autistas fueron considerados genios, pero el hecho de que tuvieran una sola competencia con exclusión de todas las demás se consideraba una desventaja”, afirma Sven Bölte. “La sociedad actual está más abierta a la neurodiversidad. Los fenotipos mentales se consideran variaciones naturales. Es importante que consideremos a las personas en su conjunto, con sus fortalezas y debilidades”.