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Longines: un tic-tac casi bicentenario

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junio 2007


Por D. Malcolm Lakin

Para celebrar su 175 aniversario, Longines ha ampliado su museo, ha publicado un libro de enorme valor económico, social y cultural y, por si esto no fuera suficiente, la casa ha continuado su excelente labor con la presentación de una pareja de relojes históricos. Hay museos y museos. Algunos albergan en su interior obras maestras históricas, pero resultan estirados y poco imaginativos; otros acumulan colecciones incomprensibles de objetos valiosos que no guardan relación alguna entre sí, pero que la gente o las instituciones se sienten obligados a conservar. Longines, sin embargo, ha ampliado su museo para ofrecer una inspirada presentación de la historia de la empresa y de los 34 millones de relojes producidos hasta la fecha. Los visitantes podrán contemplar registros manuscritos –donde se da cuenta de los relojes fabricados y vendidos a lo largo de la historia de la marca–, pósters y otros objetos de interés, una exposición de relojes fabricados entre 1957 y 2007 y, como colofón, una estancia-santuario donde se muestran los modelos históricos de Longines más celebrados de todos los tiempos.

Longines: un tic-tac casi bicentenario Walter von Känel

Para conmemorar sus 175 años de historia, Longines también ha encargado al historiador Laurence Marti la redacción del volumen A region in Time (“Una región en el Tiempo”), una historia socioeconómica del valle suizo de Saint-Imer y sus alrededores desde 1700 hasta 2007. La obra no sólo recorre la extraordinaria historia de la región y de sus diversas industrias, sino que también subraya el importante papel que Longines desempeñó en el desarrollo de la zona. Walter von Känel, presidente de Longines, dio la bienvenida a los dignatarios locales al acto especial de celebración–en su inimitable y jovial estilo– y, tras destacar varios momentos estelares de la empresa a lo largo de su extensa historia –el número de relojes producidos desde su fundación asciende a la increíble cifra de 34 millones–, afirmó con orgullo que “...en el arco temporal que va desde los turbulentos años horológicos del siglo XVIII en St Imier hasta 2007 se vislumbra una Gran Dama, Longines, ¡y todavía está aquí con nosotros!”

El reloj con sincronización del segundero de Weems

Pero hablar de Longines significa hablar de relojes, así que durante el acto la marca rindió su particular homenaje a los pioneros de la aviación presentando los relojes dedicados a Weems (reloj con sincronización del segundero) y Lindberg (reloj de ángulo horario). Antes de Lindberg y su reloj de ángulo horario, el capitán Philip van Horn Weems –al que a menudo se hace referencia como El Gran Hombre de la Navegación– desarrolló el “Sistema de navegación Weems” e inventó el reloj con sincronización, el cual permitió a los navegantes determinar el Tiempo Medio de Greenwich (GMT) a partir de la esfera del mismo. Cuando se pone en hora un reloj, pueden ajustarse las manecillas de las horas y de los minutos, pero no la de los segundos, que realiza su recorrido de manera continua. Para la mayoría de la gente, ganar o perder 20 segundos no tiene consecuencia alguna, pero para los pilotos anteriores a la era de los GPS ese pequeño margen podía marcar la diferencia entre la vida o la muerte. Por aquel entonces, los navegantes y pilotos anotaban la diferencia horaria en segundos cuando sincronizaban su reloj con el GMT u otra referencia temporal, estando obligados a realizar continuos cálculos para conservar la posición. Weems montó un aro móvil en su reloj, marcó en él los 60 segundos y, como no podía ajustar el segundero a la esfera del reloj, simplemente ajustó la esfera a la manecilla. Corría el año 1927; casualmente, ese mismo año se fundó la revista Europa Star. Exactamente 80 años después, Longines ha querido rendir tributo al navegante americano resucitando su sencillo sistema y colocándolo en el interior del elegante y funcional reloj con sincronización del segundero que lleva su nombre (47,50 mm).

Longines: un tic-tac casi bicentenario EL RELOJ CON SINCRONIZACIÓN DEL SEGUNDERO DE WEEMS

El reloj con sincronización del segundero es de acero inoxidable (47,50 mm) y está equipado con un mecanismo tradicional automático de calibre L699 (ETA A07 111). Cuenta con una esfera lacada en blanco, una esfera central móvil opalina plateada para la sincronización de los segundos, manecillas azuladas estilo “Breguet”, corona exterior negra en forma de ferrocarril para marcar los minutos, números arábigos pintados, cristal de zafiro, parte posterior de la caja grabada y con posibilidad de apertura, corona estilo «Luis XV» y correa de cocodrilo marrón.Es sumergible en agua hasta una profundidad de 30 metros.

El reloj de ángulo horario de Lindberg

Charles A.Lindberg, pupilo de Weems, retomó el concepto alumbrado por éste tras su vuelo transatlántico en solitario desde Nueva York a París, que duró 33 horas y 30 minutos. Lindberg añadió la invención de Weems a su propio reloj de ángulo horario –patentado en 1935– y, desde entonces, Longines ha incorporado un dispositivo corrector similar en algunos de sus modelos equipados con segundero central, empleando para ello esferas móviles.

Longines: un tic-tac casi bicentenario EL RELOJ DE ÁNGULO HORARIO DE LINDBERG

El reloj es de acero inoxidable (47,50 mm) y está equipado con un mecanismo tradicional con cuerda automática de calibre L699 (ETA A07 111). Posee una reserva de marcha de 42 horas. Marca horas, minutos y segundos, e indica la longitud en grados y minutos de arco; posee esfera central móvil para la sincronización del segundero con una señal horaria de radio y bisel móvil para las variaciones en la ecuación de tiempo. Cuenta con corona estilo “Luis XV”, esfera central móvil y plateada, manecillas azuladas estilo Breguet y correa de cuero. Es sumergible en agua hasta 30 metros de profundidad.

Con un diámetro de 47,45 mm, este modelo de gran tamaño vuelve a las dimensiones originales del reloj y está basado en la patente registrada conjuntamente por Longines y el capitán Weems. Básicamente, el reloj podía sincronizarse al segundo más próximo por medio de una señal horaria de radio y empleando el bisel exterior de la esfera central. Las grandes dimensiones del reloj –en especial su enorme corona estriada– facilitaban al piloto su lectura y manipulación cuando estaba sumido en la oscuridad de la cabina de su aeroplano. Este clásico –tan imponente como resplandeciente– está fabricado en acero inoxidable y cuenta con una pareja de manecillas de estilo Breguet y una esfera lacada en blanco que marca los segundos. El segundero está sincronizado con una señal horaria de radio a través de la esfera central móvil plateada, sobre la que se dibujan tanto la doble corona negra que marca los minutos como la numeración en color rojo. Los números arábigos en color negro y azul grabados sobre el bisel móvil de la caja sirven para ajustar el reloj a las variaciones diarias de la ecuación de tiempo. El reloj se completa con la tapa posterior (con bisagras) que, al ser retirada, revela un cristal de zafiro. Dos excelentes incorporaciones a las magníficas colecciones de Longines. No obstante, no esperamos menos de una marca como Longines, del mismo modo que esperamos ver a los pilotos de hoy en día codiciando sus relojes.